lunes, 11 de enero de 2016

Emocionario


Último pensamiento antes de cerrar los ojos cada noche y propósito de cada una de las mañanas desde el momento en el que los abro.

Pero, no puedo evitarlo. Me afecta todo. Lo mínimo y lo máximo, sin medida.

Admiración total hacia todas esas personas que son capaces de sentir la indiferencia más absoluta frente a situaciones, por insignificantes que parezcan, que a mí me pueden llegar hacer perder los papeles, dar saltos de alegría o llorar como si no hubiera un mañana.

Y no puedo dejar de sentir tristeza cuando me siento invisible a tu lado. Ni puedo evitar ira contra los aprovechados y oportunistas que abundan, por desgracia, en la vida que me ha tocado vivir.

Y no puedo dejar de sentir asco frente a las diferencias en un mundo dónde se supone todos somos iguales. Ni puedo dejar de sentir pena cuando predicas sin el ejemplo.

Y no puedo evitar las lágrimas en mis ojos frente al dolor y sufrimiento ajeno. Ni puedo dejar de sentir confusión frente a tu hipocresía.

Y No puedo dejar de sentir orgullo frente a tu valentía. Ni puedo dejar de sentir ternura frente a unos ojos llenos de timidez.

Y no puedo evitar mi felicidad frente a tu sonrisa ni evitar la ilusión frente a un nuevo día.

Soy como el EMOCIONARIO, un libro que recomiendo si tienes ( o no tienes) niños. 42 emociones, para poder poner nombre a todo eso que nos remueve por dentro.

Para los peques es una herramienta extraordinaria, saber decir lo que sientes es algo esencial y con este diccionario de emociones el pequeño Sam ( hijo de una de mis medias naranjas) me dejó asombrada hablándome del amor, el odio y la ira. Con 7 años sabe diferenciar, perfectamente, cada una de esas emociones y describirlas mejor que muchos adultos con los que comparto vida.

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