Tú, negro como el tizón y yo, más blanca que la leche.
Tú, trabajando desde jovencito y yo viviendo la vida loca hasta los 25.
Tú con tu, abundante, mata de pelo azabache y yo con mi coletita de rata castaña.
Tú, padre de dos niños y yo, a este paso, sin descendencia porque no valgo ni pa mí.
Tú, en los momentos no tan buenos, adaptándote a todo lo que viene y yo cabreada con el mundo entero.
Y es que, hoy, sólo podía hablar de tí.
Porque, de nuevo, sólo el que tiene hermanos ( como el que tiene un iPhone o al que le gusta comer de verdad) puede saber de lo que hablo.
Porque, aunque mi recuerdo no llega a alcanzar, viendo las fotos o los vídeos súper 8, se que desde que nací has velado por mí.
Por mí, por tu hermana pequeña. A esa a la que las cosas no le han salido como imaginaba pero que agradece de todo corazón , tener a su hermano siempre al lado con la mano tendida para agarrarse a ella y, levantarse de nuevo.
Porque, el viernes, camino a la playa, volvimos a cantar juntos ( canciones de los 80) como cuando estábamos en ' casapadres' con un rotulador cada uno ( a modo de micrófono) berreando como sí no hubiera un mañana.
Ponerme igual de nerviosa viendo como has cogido algas y te las puesto por encima de la cabeza, este fin de semana, y sentir el mismo asco que hace 25 años!
Por todas las risas y por saber hacer el tonto en la misma medida que yo.
Porque eres mi hermano y yo te voy a querer toda la vida.
Porque, sólo en los malísimos momentos, sabes de verdad a quien tienes al lado y, desde luego, tú, no me has fallado nunca y, a mí, la vida entera se me hace corta para agradecértelo.
Gracias bro por ser tú!
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